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«La música asturiana me llevó a volver a la americana»


Desde hace casi tres décadas, Michael Lee Wolfe explora la música asturiana desde los oídos de un bluesman judío de Pittsburgh (Pennsylvania, Estados Unidos). Incansable músico y productor, es parte fundamental de dos recientes publicaciones discográficas: Xota pa tres, de De Miguel, Wolfe y Quintana (que se presentará en directo el próximo día 20 en el Teatro Jovellanos de Gijón), y Sones por Berto Velasco , que supone el regreso de la Asturiana Mining Company. Y con estos dos discos aún calientes, Michael Lee Wolfe prepara otros dos lanzamientos discográficos para este año.
¿Cómo acabó en Asturias? Era 1984. Tenía un amigo americano que tenía raíces en España. Su padre era Catedrático en Historia del Arte, que para un americano significa saber mucho de Italia o de España. Era guitarrista y vine a visitarlo a León.
¿Y qué encontró? Estuve medio año en León. Una vez en Asturias había mucho trabajo como profesor de inglés. A lo mejor lo tengo que volver a hacer, porque es un gran momento artístico, pero fatal para el negocio de la música. Poco a poco fui conociendo músicos pertenecientes al movimiento moderno del folk asturiano.
¿Vino para quedarse? No, fue sobre la marcha. Había trabajo y había música, y yo necesitaba las dos cosas: lo intelectual y lo económico.
¿Cómo era la escena musical de aquellos años? Había mucho entusiasmo y pocos grupos. En Asturias había músicos muy válidos y también presupuestos. Los grupos gallegos estaban tocando mucho. Me acuerdo de que en el Festival de Ortigueira pagaban el doble de lo que se pagaba en Asturias. Yo que suponía que en Galicia eran pobres… También estaba empezando Fonoastur, con ilusión y mucho por hacer. Por ser americano, o por lo que sea, tuve la suerte de darme cuenta de que nos contrataban como estrellas. Aprendí de dónde venía el dinero y lo que era la cultura en España como parte del presupuesto. En 1991 monté una agencia de promoción. Ahora es más difícil traer artistas.
¿Recuerda el primer concierto de un grupo asturiano al que asistió? Fue el primer día que estuve en Asturias. Llegué a Oviedo en el día de los Santos Inocentes de 1984. En los primeros 10 minutos de la estación a la Jirafa conocí a mi mujer, y esa misma noche había un gran concierto de folk en Oviedo. Trajeron a alguna artista bretona y Llan de Cubel dio el que creo que fue su primer concierto.
Ubiña fue su primera banda aquí en Asturias.
Todo el mundo tiraba para lo celta y nosotros teníamos alguna influencia de ello, pero hacíamos lo que no hacía nadie, que era tener voz. Estaba Marta Arbas, que entró en el grupo con 17 años y no era la más joven. Estaba también José Manuel López, un acordeonista fabuloso que con 12 o 13 años había grabado con Manolo Quirós. El acordeón daba un sonido más tradicional. Sonaba a Asturias, un sitio en el que no ha habido muchos cantantes de folk. Es un lugar de una tradición de canto fuerte, con la tonada, la música religiosa y los coros, pero cantantes de folk hasta ahora, que hay un giro, casi no ha habido.
¿Hacia dónde evolucionó con después Xaréu? Seguimos con la misma línea, pero empecé a sentirme más productor. Era quizá un sonido más abierto, y al mismo tiempo, Xaréu era un grupo que estaba intentando trabajar el show bussiness . Intentábamos tener detalles con el público de un buen espectáculo. Ubiña tenía un buen directo y una proyección más internacional, pero Xaréu, que no tuvo mucha suerte, daba además un espectáculo. Trabajó mucho en Asturias y de hecho, hoy con el nuevo disco de la Asturiana Mining Company, vuelvo a pensar en hacer música para Asturias. La crisis es un buen momento para que los músicos de folk dirijan su música al público asturianoy no a las instituciones. Hay que conseguir un público.
¿Cómo afrontó el regreso de la Mining 10 años después? La Asturiana Mining Company es una marca. Fue la banda de Anabel Santiago, pero decidí no usar el nombre. Respecto al anterior mejoró la gaita, aunque hay menos. Tengo amistad con Silvia Fernández, que hizo los arreglos conmigo. También tenemos otro disco con ella, los Pink Rangers. Y otro con Maraya Zydeco, una gran acordeonista a la que Berto Varillas trajo a la banda. Serán cinco canciones acústicas y cinco eléctricas y su primer disco.
¿Cómo se relacionan las raíces americanas con las asturianas? Lo suelo separar. Soy quien soy, sé lo que sé y hago lo que hago. Llevo más de 20 discos. No son todos maravillosos pero me gustan. La música asturiana me llevó a volver a la americana, en 1998, me ayudó a definirme y a hacerlo mejor.
¿Hay puntos de conexión? Sí, pero no los buscas. Por ejemplo en la Asturiana Mining Company vemos si Berto Varillas va a tocar o a cantar. Hay que buscar material asturiano para los asturianos, entre los que ya me incluyo. Respetando la tradición y no haciendo de ello lo que no es. Si meto algo que suena a blues americano es normal, porque soy un bluesman , pero no lo busco porque si lo metes a calzador, suena a calzador.
¿Vivió el inicio de la fusión en el folk? No crea. He trabajado mucho con Ismael Arias, que tiene un archivo musical tremendo, y Diamantina Rodríguez ya tenía grupos. No era folk, pero metía una guitarra a la tonada. Pero sí me tocó una época en la que se introdujo una música que conlleva una escuela y abrió las posibilidades. La idea de música celta sí abrió muchas puertas, y tuvo una influencia sobre todo académica. Mi amigo Marcos Llope, el flautista de Llan de Cubel, dirá que no es cantante, pero las canciones que cantó calaron hondo. Todo el mundo aprendió mucho tocando música celta, aunque la música asturiana tiene que encontrar su propio camino. Es como el baloncesto, la NBA es la NBA y el baloncesto europeo es el baloncesto europeo. De ahí salieron un montón de músicos. Xuan Nel Expósito fue el primero que introdujo el acordeón diatónico y abrió una línea de grandes acordeonistas.
¿Le miraron raro la primera vez subió al escenario con una guitarra dobro? Una cuestión son mis dobros y otra la presencia del bouzouki, procedente de la música celta. Lo introdujo en Asturias Elías García, de Llan de Cubel. Ahora hay muy buenos intérpretes de bouzouki. A lo mejor no más de 15, pero eso ya es mucho. El dobro es una guitarra de un volumen extraordinario. No necesita pastillas y suena muy ‘blusero’. Hay dos o tres jotas que hago con dobro que me encantan. Uno de los mejores dobros del mundo es Jerry Douglas. Grabó con los Chieftains. Lo escuché y pensé: “esto se puede hacer con la tonada”. Fue La madre del minero , última canción del disco de Anabel a Diamantina.
¿Anabel Santiago marca una nueva etapa al abrir la música tradicional a la innovación? Con el tiempo se verá que abrió un camino para la asturianada; acercó las posturas de la tonada y el folk. Aunque todavía no hay un gran matrimonio entre ambas, ahí se vio que se podía hacer folk con la tonada y tonada con el folk.
¿El futuro de la música tradicional son las composiciones propias o la revisión del cancionero? Tienen que estar las dos cosas. En el arte, en la escritura y en la música, quien mejor lo hace es el que más sepa respetar el pasado; lo que se ha hecho antes. Un ejemplo se ve en el disco de Demiguel, Wolfe y Quintana, que tiene pinta de jazz y étnico pero también es muy asturiano.
¿Cómo explica que en plena crisis publique usted dos discos y prepare otros dos? Porque están subvencionados. Estamos muy agradecidos a la Consejería de Cultura. Había cosas que hacer, pero además había que aprovechar el momento, porque no se sabe si habrá más subvenciones. Es un momento para aguantar y buscar tu público. En la música el dinero siempre escasea. Con la crisis se acaban los conciertos en casas de cultura.
El folk, ¿sufre menos que otras músicas con las descargas? No lo sé, pero todas estas cuestiones suelen ser otro mundo para los músicos independientes. Nosotros siempre ganamos el mismo dinero vendiendo discos en directo. Es un terrible error que la gente tenga acceso gratuito a lo que se hace. Pero dicho esto, el problema es alguien como Alejandro Sanz. Trabajas con artistas internacionales y tienes un presupuesto de mucha pasta. Calculas que va a vender dos millones y medio de discos pero con las descargas sólo vende la mitad. La multinacional ha hecho mucho gasto y ha perdido un millón de CDs de ventas. Es muy diferente a que yo fuera a vender 300 y pierda 50. Lo mismo que cuando se habla de economía, cuando se habla de descargas no se habla de nosotros. Se habla de Alejandro Sanz o de Shakira, que dejan de ser el negocio que eran para la gente que está detrás. Dicho esto, estoy en contra de que tardes un montón de tiempo en hacer un producto y que todo el mundo lo pueda tener gratis. (La Voz de Asturias)


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