
Residente actualmente en Estocolmo (durante una época vivió en Barcelona), Ane Brun alcanza una interesante madurez en It All Starts with One, un álbum sombrío y minimalista, en el que el piano, la percusión, las cuerdas, los coros femeninos y, sobre todo, la voz de Brun se combinan en diferentes proporciones contruyendo sólidos edificios helados que hablan de las relaciones y sus contrasentidos con una aguda sensibilidad y metáforas fuera de lo común (One, por ejemplo, parece celebrar el auge de la insurrección ciudadana en el último año).
Brun forma parte de un folk del siglo XXI desprejuiciado y sin nostalgia por el pasado, que en muchas ocasiones se disfraza de pop moderno, de manera patente en Do You Remember, el single más claro del disco, con una percusión y unos coros de aire casi africano. Es también un folk puramente escandinavo, por la ya comentada tendencia al minimalismo en la producción. Y ninguno de los temas de It All Starts with One es más escandinavo que Worship, en el que canta el sueco José González, cuya enigmática voz se adueña de la canción, junto a los arreglos de cuerda (que recuerdan a los de Jean Claude Vannier para Serge Gainsbourg).
La noruega ha sido número uno de ventas en su país natal, un logro casi imposible de repetir fuera de su zona de influencia, pues no hace música fácil ni aparentemente espectacular (no es una Adele, para entendernos), pero sí tiene las trazas para conseguir una buena base internacional de fans de su voz pura y de sus emotivas minisinfonías.
0 Respuestas hasta ahora:
Sé el primero en comentar esta entrada