Cuatro vibrantes días de Womad en Cáceres.
Miles de personas disfrutando de la variedad musical de nuestro planeta.
Cultura y fiesta. Diversión… y botellón.
Tras las cuatro intensas jornadas de Womad
Cáceres, que empezaron el jueves con los dos conciertos de inauguración y finalizaron
el domingo con el pasacalle, comienzan las valoraciones de esta vigésimo
segunda edición. Que si número de visitantes. Que si calidad de los conciertos.
Que si ausencia o no de incidentes, etc… En relación al apartado musical,
acudir a un Festival Womad es siempre apostar a caballo ganador, apostar sobre
seguro, puesto que Womad aúna como ningún otro festival la mezcla de artistas
de primer nivel, ya consagrados (léase Rokia Traoré), con otros menos conocidos
o que están empezando en este complicado universo de la
música, pero de una
indudable calidad (como son Donovan Copley’s Hot Water o The Barons of Tang,
por poner un ejemplo). Por eso, este año podemos decir que los grupos
seleccionados han estado a la altura de la marca Womad, a pesar de algún
horario extraño en uno de ellos. No entendemos que Niño Josele cerrara una
noche el escenario principal, el de la Plaza Mayor, mientras La Chiva Gantiva
tocaba momentos antes en el escenario de la Plaza de San Jorge, más pequeño y
dado a músicas más intimistas, cuando la liaron parda. Cosas de la
programación. Destacaron las actuaciones de Bassekou Kouyate y familia (la
N’goni Ba, formada por algunos miembros de su familia), el ya mencionado
Donovan Copley’s Hot Water, Hanggai, The Dhol Foundation o Rokia Traoré. Pero
estuvieron algunos de estos conciertos empañados por la mala calidad de sonido,
que en muchos momentos provocaba que a escasos metros del escenario fuera casi
imperceptible la voz de la cantante, caso de Rokia Traoré. A esto hay que
sumarle las molestias e inconvenientes para los amantes de la música que supone
el botellón. No estamos en contra del botellón. De hecho, nosotros mismos
también
nos tomamos nuestras cervezas mientras disfrutamos de un buen recital. Estamos
en contra de no poder disfrutar de los espectáculos porque el 80% de los
asistentes que se congregan en la Plaza Mayor lo hagan simplemente porque se les
permite beber, mientras les importa muy poco, o absolutamente nada, en el peor
de los casos, lo que esté sucediendo encima de las tablas. Este es un problema
al que han de enfrentarse los organizadores y que han de solucionar en pro del
buen desarrollo y de la buena salud futura del evento. Contrariedades aparte,
en todo lo demás el Festival Womad sigue siendo una maravilla. Un marco
incomparable, como es el bellísimo casco antiguo de Cáceres, infinidad de
puestos de artesanía para todos los gustos, comidas de muchos rincones del
planeta, precios populares en las barras de los locales de restauración
situados en las inmediaciones de las plazas, talleres para los más pequeños,
cuyos resultados pudimos disfrutar en el pasacalle del domingo, y, en general, un
muy buen ambiente festivalero por las calles de esta bella ciudad extremeña que
provocan que estemos deseando volver año tras año, edición tras edición.
ALEJANDRO LÓPEZ GARCÍA. LA
VUELTA AL MUNDO EN 80 MÚSICAS
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