
Al frente de The Chieftains, el grupo irlandés de folk más popular, volvió a elevarse como maestro de ceremonias Paddy Moloney desde el arranque del concierto, plácido y lírico, con San Campio, tema de su reciente San Patricio, tributo a los irlandeses que lucharon con los mexicanos en su guerra contra EE. UU. Moloney, aitite cuyas palabras siempre son un regalo, apareció flanqueado por Sean Keane (violín), Matt Molloy (flauta) y Kevin Connef (voz y bodhran), y múltiples colaboradores venidos de USA, Canadá, Escocia, Madrid…
Esa apertura a otros ritmos, aunque siempre con los pies asentados en el folk celta, es una de las virtudes de Moloney y cía. Lo demostraron cuando Connef cantó a capela un "aire" irlandés y lo unió con una muñeira de ritmo ¡cubano! Lo que había empezado con un silencio respetuoso se había transformado en fiesta -apuntalada con los zapatazos vertiginosos de tres irish dancers- en minutos.
Con sabiduría, alternando el repertorio propio y el "contaminado" de otras latitudes de sus colaboradores, Moloney se mostró vacilón -"soy de Dublín, la mejor ciudad del mundo", dijo, aunque una bilbaina votó por el botxo- y didáctico, explicando cada tema, sus peculiaridades o el orgullo que supone recorrer el mundo con "esta música y bailes durante 50 años". Las tonadas celtas, frenéticas en los reels, pronto encontraron respuestas en las palmas y bailes del público y entre ritmos bluegrass, cantados por la violinista Deanie Richarson; la mouth music de Escocia interpretada por Alyth McCormath; o la ensoñación de cámara del arpa, que recordó a los más fans al fallecido Derek Bell.
Los irlandeses hicieron un guiño al Satisfaction de sus amigos Rolling Stones entre un puente flamenco, y en su paseo plurilingüe y variado, demostraron su sapiencia con guiños a Québec, remarcados por los bailarines, que hicieron diabluras ¡sentados!; a México en March to the battle; o a los sonidos del Cantábrico de su CD Santiago, con presencia de gaiteros ¿gallegos o asturianos? Solo faltaron la txalaparta y la triki en una fiesta marcada por las cadenetas, las risas -demasiadas en Guadalupe- y los "solos" finales. El sentimiento de los 6.000 asistentes lo resumieron Boy of Hill. "Aquí estamos, acompañando a estos fieras", dijo. Chieftains todavía arañan... de placer. (Deia)
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